Tuesday, June 2, 2009

EL DISCIPULADO, Guía de Estudio Para La Escuela Sabática.

Joel Regalado.



El Discipulado primitivo.
En el libro de Mateo a partir del tercer capítulo, se nos relata la secuencia de hechos que precedieron al inicio del ministerio de Jesús, así como los eventos subsiguientes relacionados con el discipulado.

a)Juan bautiza a Jesús en el Jordán, el Espíritu de Dios se manifiesta como paloma, y habla desde el cielo para bendecir a su hijo amado.(Mateo 3:13-17)

b)Jesús es llevado al desierto por el Espíritu, allí ayuna y se prepara para la gran obra que debía iniciar. Satanás aprovecha la oportunidad para tentarlo con la intención de hacerle flaquear, pero no lo logra. (Mateo 4: 1-11)

c) Juan el Bautista es encarcelado. Al mismo tiempo Jesús acude a la ribera del mar de Galilea y escoje a sus dos primeros discípulos: Pedro y Andrés. Dos hermanos, hombres de mar, sencillos pescadores. Mas adelante, escoje otros dos hermanos, también pescadores, Santiago y Juan. Allí comienza el discipulado de la iglesia primitiva. Cuatro discípulos sin preparación especial, sin brillo, sin renombre. (Mateo 4; 12-22). Jesús comienza el proceso de enseñanza y preparación de sus discípulos.

d)Jesús elige la ciudad de Galilea para iniciar su ministerio. Su mensaje principal es resumido en estas nueve palabras: "Arrepentíos, pues el reino de los cielos esta cerca" . Mateo 4: 17.

e)El inicio del ministerio y discipulado de Cristo incluyó tres acciones principales: Enseñar, Predicar, Sanar. (Mateo 4:20-30).

f) Cristo eligió dos etapas principales en la misión:
1. La Primera Comisión.
Jesús los envió primero a predicar entre los judíos. Primero los de casa, familiares, amigos, conocidos y desconocidos, pero enfocándose en los judíos.
2. La Gran Comisión .
El evangelio se predica a todo el mundo, sin excepción de raza, posición social, incluyendo a niños, hombres, mujeres, ancianos y ancianas.

¿Qué es un discípulo cristiano, cual es su misión en esta tierra? Este es el tema central que enfoca la lección de esta semana. Ser un discípulo es aprender y practicar todo lo que Cristo enseñó. Ese aprendizaje y crecimiento no tiene límites. Las limitaciones las pone el discípulo mismo, en base a su progreso espiritual y a su total dependencia del poder divino.

Discípulos para una sagrada misión.

La misión del discípulo está enmarcada en esas tres grandes áreas en las que Cristo se enfocó: enseñando, predicando, impartiendo sanidad. Esas tres acciones no sólo implican palabras, incluyen hacer el bien, el servir y ayudar a los demás en lo material y en el crecimiento espiritual. El carácter de esta misión es sagrado. Cuando un discípulo lleva mucho fruto, glorifica a Dios. (Juan 15:8)

Discípulos con diferentes dones.

En la escuela de Dios, todos tienen el mismo valor, aunque algunos tengan dones diferentes. Hay jerarquías, pero no preferencias. Algunos serán lideres, les tocará llevar la dirección del discipulado, otros servirán en forma diferente, pero cada quien hace una obra meritoria de acuerdo al talento que Dios le ha dado, y al llamado que ha recibido por voluntad y vocación divina.

Discípulos auténticos: Características del discipulado.

a)Obediencia. Es hacer por encima de todo, la voluntad de Dios en pensamiento y en obras, pues todas las demás cosas vienen por añadidura. La obediencia tiene que ver con la espontánea negación a si mismo, por parte del discípulo, y la disposición de tomar la cruz de Cristo en su vida personal. (Mateo 9:9).

b)Lealtad.
En cierto momento de su ministerio, Jesús tuvo que confrontar a la gente Judía, incluyendo sus propios discípulos con la realidad equivocada que estos tenían acerca de la verdadera naturaleza del reino de Dios. El evangelista Juan narra que muchos dejaron de seguir a Jesús tras ser confrontados con la verdad.
Uno de ellos fue el famoso Joven rico, a quien Cristo retó para que fuese más que un simple hacedor, y decidiera ser su discípulo, pero este tuvo por mayor estima sus grandes riquezas. (Marcos 19:16-30). Aunque muchos abandonaron a Jesús, muchos otros verdaderos discípulos se mantuvieron leales, fieles a la misión encomendada. En cierta ocasión Jesús preguntó a sus doce mas cercanos discípulos; ¿Queréis iros vosotros también?, y Pedro se adelanta y le contesta: "Señor, ¿A quien iremos? Tú tienes palabras de vida eterna"(Juan 6:68). Juan El Bautista, desde la cárcel envía algunos de sus seguidores para saber de la propia boca del Maestro, la verdad sobre su misión, que aún él mismo no tenía clara. Hoy día, muchos de los seguidores de Jesús confrontan este mismo problema, muchos no entienden a plenitud la verdadera naturaleza del reino de Dios y cual es su misión como Discípulos. Muchos se van, pero otros permanecen fieles.

c)Sacrificio.
Jesús no adornó la labor del discipulado. El enseñó a sus seguidores que la labor que les esperaba no era fácil. Les adelantó que padecerían sufrimientos, vejámenes, rechazos, críticas, violencia y hasta la muerte. Les advirtió sobre el deseo de pretender ser los mayores, y que ese deseo los haría menores en su reino. Les dijo que enfrentarían adversidad, la cual conlleva al sacrificio. Cada quien lleva su propia cruz. No una cruz gratuita, sino un camino marcado por la dedicación. El discípulo cristiano sabe que hay principados y potestades que intentan contrarrestar la verdad de la palabra de Dios en la tierra y obstaculizar el cumplimiento de la sagrada misión consistente en rescatar al hombre de la condenación del pecado y de la muerte.

Discípulos recompensados.
En Romanos 8: 18 se detalla una promesa al discípulo cristiano, una promesa de consuelo y esperanza: "Las aflicciones de este mundo no son comparables a la gloria venidera". El discípulo que se desvive por hacer la obra de Dios, ha decidido que es mejor poner el corazón en las cosas del cielo y no construir en la arena, lo cual es vivir de acuerdo a la complacencia propia y conformarse con las cosas de este mundo perecedero. El discípulo de Cristo vive en paz en medio de las tormentas, "paz que trasciende toda comprensión", una vida abundante llena de gratificaciones, la garantía de una vida eterna, sin pecado, sin dolor, sin muerte.

Discípulos del Maestro de los maestros.
En Cristo encontramos el camino la verdad y la vida. El es el maestro perfecto. El, a quien debemos señorío. El, quien tiene palabras de vida eterna. El, maestro todopoderoso, que nos ayudará a vencer al mundo en la medida de nuestra fe. El quien nos ha dicho "Id y predicad el evangelio a todo el mundo". (Marcos 16: 15,16). Aunque anticipa para sus discípulos una labor titánica y dura, el promete no dejarlos solos y asegura: "Confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). Dice además "Todo es posible, si puedes creer"(Marcos 9:23).

Para finalizar recapitulemos el proceso de formación crecimiento y desarrollo del discipulado cristiano:
El llamado, La enseñanza-el aprendizaje, el vivir, el compartir, la graduación.

1. El llamado de Dios a una vocación santa y la aceptación de ese llamado.
2. El proceso enseñanza-aprendizaje del discípulo, al ponerse en contacto con los requerimientos, el concepto teórico y práctico de la doctrina del maestro, conocer su voluntad.
3. La aplicación en la vida del discípulo de lo aprendido, vivir el evangelio, practicarlo en su vida cotidiana. Hacerlo realidad.
4. El compartir ese evangelio con otros, ganar otros discípulos, aplicando el mismo método usado por Cristo.
5. La graduación del discípulo, es la recompensa que éste obtendrá debido a su obediencia, su lealtad, su sacrificio; esa recompensa es el premio de la vida eterna, y la promesa de que dondequiera que Jesús esté, sus verdaderos discípulos estarán y vivirán también con El.

Thursday, May 28, 2009

EL CIELO

Joel Regalado



El título de la lección de esta semana es El Cielo. Si pudiéramos ponerle un título diferente a esta lección quizás estaría bien el siguiente: Si no hubiera cielo, él nos lo habría dicho. Es eso lo que afirma Jesús a todos sus hijos e hijas, a todos los que creen en él, como verificamos en el famoso texto que fue elegido para versículo
de memoria. (Juan 14:2,3).


En primer lugar, ese texto nos presenta a Jesús diciéndonos en forma imperativa: "No se turbe vuestro corazón".
¿Pero es posible vivir sin perturbaciones en un mundo saturado de adversidades, dolores, enfermedades, tragedias,
y desastres como es el mundo en el cual vivimos.? ¿Es posible encontrar paz en el corazón, en medio del “tira y jala”
de la lucha por vivir, o por sobrevivir, como afirmarían los más pesimistas? La respuesta es un sí mayúsculo.
Y hablando de pesimismo, es precisamente sobre el optimismo que nos habla Jesús en este texto. "No se turbe
vuestro corazón", nos dice. "No se preocupen, no desmayen, no tengan miedo, no dejen que los abata la angustia,
el desaliento, la ansiedad, la incertidumbre, Yo y Mi Padre tenemos algo especial para vosotros".


El cielo es para los que creen.

La formula para eliminar el temor y la inseguridad es sencilla: "Creed en Dios", dice Jesús, "..Creed también en mí".
En otras palabras, el creer verdaderamente en Dios, te ayuda a mirar la vida desde la perspectiva de un optimista.
Algunos acusan a los cristianos de que se descuidan de su vida actual y presente y viven para la consecución de un sueño.
Esa afirmación es absurda y ajena a la verdadera esencia del cristianismo. El cristiano es feliz, por encima de las circunstancias
que le rodean. En pobreza, en riqueza, en salud o enfermedad. Primero, vive con gozo, pues Dios habita en él. Segundo, su corazón
no vive perturbado, porque tiene una promesa de Dios quien siempre es fiel a lo que promete. Esa hermosa promesa se basa
en una vida en donde el sufrimiento y el dolor no serán ya más. Tercero, su corazón no vive perturbado, porque Dios ha dicho
que dondequiera el esté, él desea que sus hijos también lo estén. En otras palabras, la promesa de Dios es que viviremos con él,
en su reino, en una casa especial preparada para nosotros.


El Cielo, La casa de mi Padre, la casa de Dios.

De acuerdo a las palabras de Jesús, el cielo es la casa de Dios. ¿Es acaso este Cielo, el cielo que contemplan los astrónomos?
Preguntaría un ingenuo o un incrédulo. Bueno, el cielo, es llamado comúnmente la inmensidad indefinible que rodea todo lo que
vemos hacia arriba. Lo que ven los astrónomos, ellos mismos lo reconocen, es solo una pequeñísima parte del universo.
Nosotros somos ante la vastedad de este universo, como pequeñas hormigas dentro de un hormiguero que ocupa talvez
un centímetro de la casa de un patio.

El Cielo de Dios es un lugar literal.

Jesús lo revela al mencionar que en la casa de Dios hay muchas moradas. Hemos aprendido esta verdad en la Biblia,
que existe el trono de Dios. Sabemos que existe un cuerpo de ángeles, serafines y querubines que componen el reino
literal y real de Dios. Aunque el cielo que vemos esta compuesto de astros, estrellas, planetas, satélites, sol, espacio,
luz, tinieblas...los astrónomos afirman que ven lugares en el cielo que son como manchas estelares inmensas e inexplicables
en las que no puede verse nada más. Mas allá de todo lo que intente explicar la razón humana, está Dios.
A ese trono, a ese reino, a esas moradas, irán los redimidos del "cordero de Dios que quita los pecados del mundo".
(Juan 1:29)

El Cielo: Un Reino de Amor.

El reino de Dios es el lugar donde se proyecta de forma perfecta y perpetua su naturaleza: un reino de amor. El pecado como es enseñado
en la Biblia, es la ausencia en el corazón del verdadero amor. Esa palabra tan usada y repetida, amor, puede que a veces no nos
lleve a meditar en su trascendencia y en su verdadera dimensión. El ex-querubín, Lucifer no pudo tener cabida durante más tiempo
en el cielo, porque sencillamente decidió, de manera misteriosa, ahogar el amor en su corazón y lo sustituyó por envidia, orgullo,
suficiencia propia, vanidad, celos, altanería, y porque decidió retar a su propio creador, al dador de la vida, a la fuente de la vida.
Su morada no permaneció en el cielo, porque en su corazón desapareció el amor, la humildad, la mansedumbre, la paciencia.
La ausencia de amor produce caos, es decir pecado. La ausencia de Dios en la vida del hombre ocasiona el egoísmo, la maldad,
el odio, las divisiones. Sin Dios en el corazón, el verdadero amor es una utopía, un sueño irrealizable. Sin Dios, cualquier palacio
o casa es un morada abierta al pecado, a la infelicidad.

El Cielo: La Casa de Dios, en donde Jesús tiene moradas preparadas para sus hijos.

La promesa de Cristo fue: "Voy, pues, a preparar lugar para vosotros, en la casa de mi padre". ¿No es hermoso saber que Jesús
ha preparado, tiene hecho ya, un lugar especial en el cielo para sus hijos?. Bueno, Jesús, nos llama sus hijos. Es evidente que
todo padre que ama de verdad a su hijo quiere verlo viviendo seguro, próspero, en paz y feliz. A veces los buenos padres prefieren
sacrificar su comodidad, para acomodar mejor a sus hijos. A veces he visitado casas en donde viven padres cuyos hijos han crecido
y se han marchado e independizado, y esos padres guardan intactas las habitaciones que estos ocupaban, las tienen tal como las
dejaron esos hijos, por si vuelven, por si necesitan regresar, o talvez queriendo que regresen otra vez. Dios, amigos, tiene preparado
en su casa, una morada particular para cada uno que desee vivir con él eternamente, guiado por el principio del amor.

El cielo un reino de vida inmortal.

El sueño del hombre ha sido siempre derrotar a la muerte. Lo intenta con la ciencia, con la medicina. Lo han intentado magos,
agoreros, pseudo-sabios, alquimistas y no pueden ni podrán desentrañar ese misterio. Así que ahí está ese enemigo del hombre,
amenazando como la célebre espada de Damócles con descender y destruir. Y de llegar, siempre llega, a veces de forma anunciada,
en otras de manera inesperada. Llega a todos, ese enemigo mortal, repite su maldición, recordándonos qué frágiles somos,
qué indefensos, qué débiles.

Algunos encaran la muerte con resignación, con miedo y horror, otros la enfrentan con un llanto incontenible.
El propio Jesús, recordémoslo, lloró al ver la muerte de Lázaro, al comprobar el resultado tenebroso del pecado, al sentir en su propio ser
el drama del sufrimiento humano. De ahí que su promesa de salvación habla de vida, pero vida en abundancia, vida eterna.
El cielo, el lugar de Dios para nosotros, será un lugar en donde la muerte será vencida, y no aparecerá ya más,
no habrá memoria de ella. Los que mueren creyendo firmemente en esa promesa de Dios, solo duermen, solo esperan hasta ser
resucitados, hasta ese memorable día que Dios les soplará aliento de vida, los recreará "con la identidad singular que tenían en esta vida temporaria",
pero ya para una vida superior, una verdadera vida inmortal en el cielo.

El cielo, un lugar mas allá de nuestras expectativas.

Pablo bien dice que nosotros "ahora solo vemos como por espejo, oscuramente".(1 Cor. 13:12) Es decir, tenemos una pequeña certidumbre
imaginaria de cuan maravilloso es y será vivir con Dios. Admitámoslo, es imposible para nosotros , limitados como somos, el captar de un todo
la grandeza de la promesa, el alcance de esa promesa, la dimensión exacta de esa promesa. Para intentar describirla un poquito,
diríamos parafraseando al texto bíblico, que la promesa del cielo es "mucho más de lo que un hombre jamás pudo ver, oír o mencionar".
"Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman”. (1 Corintios 2:9)