Sunday, June 21, 2009

La Misión.

Leccion 13. Comentarios sugerentes.

Esta semana estudiamos el último tema del trimestre. Hemos recorrido durante las doce semanas anteriores diferentes aspectos, dilemas, principios, retos, procesos que definen el caminar de la vida cristiana. Hay un hilo conector en todos los temas estudiados, y este es El Amor. Por eso el autor de las lecciones eligió enfocarlo al abrir el estudio del trimestre. Dios, en todos los tiempos se manifiesta por amor, y ese principio activo define su naturaleza y su relación con todos los seres de su creación.

Hemos visto que Dios llama, busca al hombre cuando éste decide pecar y alejarse de Dios. Lo busca para ofrecerle una salida de redención de la condena del pecado. Si el hombre acepta su llamada de fe, se inicia un proceso de recreación y reorientación en su vida, nuevas actitudes surgen en su interactuar: la visión de un ideal que supera el conocimiento y la razón humanas.

En Cristo, se manifiesta el amor de Dios y su deseo de salvar al pecador perdido. El proceso de redimir al hombre lo pagó con su sangre. De sus primeros seguidores, nace la llama que crece y se esparce por todo el planeta. Dios envuelve al redimido en el acto de ayudar a rescatar a otros del pecado. El redimido es llamado a ser discípulo y a su vez discipular a otros: Esto es La misión. Cristo traspasa a sus discípulos, la sagrada misión de redimir, de salvar, de amar al otro como nos ama Dios.

El Diccionario de sinónimos y antónimos Espasa-Calpe, define la palabra Misión como un "Cometido o deber moral que una persona o colectividad consideran necesario llevar a cabo". Lo relaciona también con una "orden o encargo", el "poder que se da a una persona para desempeñar esa orden", la "predicación de la doctrina cristiana a pueblos que no la siguen o no la conocen”. Dichas definiciones concueerdan con la idea explicada por Pedro en palabras directas sobre el cometido de la misión de un cristiano. En el elegido versículo de memoria leemos:
“Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Ped. 3:15).

Enfoquemos algunas características del misionero cristiano que identifica este texto.

1. El que hace la misión debe estar siempre bien preparado. ("Estad siempre preparados...")
Antes de que Cristo enviara a sus discípulos a predicar a otros, los preparó. Los concientizó sobre la verdadera naturaleza del reino de Dios. Les enseñó pacientemente los retos, la ideología, la razón de ser del discipulado al que fueron llamados y que consistía en estar comprometidos con la misión salvífica de todos los hombres. La realidad es que nadie puede dar lo que no tiene. De un cántaro vacío no se puede vaciar agua a otro cántaro. Cuando se comparte con otros una verdad de la cual no estamos seguros, o la cual conocemos de manera parcial, sin estar bien preparados, dicha misión no será efectiva. La preparación en este caso tiene que ver con "Escudriñar bien las escrituras". Cristo utilizaba pasajes de la Biblia para refutar, aconsejar y esnseñar. Véase como enfrentó a Satanas en las tentaciones del desierto. Conocer la vida de Cristo en todas sus etapas, sus palabras, sus acciones, su motivación, su celo, su conducta. El propio Jesús, se preparaba anímica y espiritualmente para cada día de su ministerio. El buscaba en oración la ayuda del cielo. Recordemos cuantas veces los fariseos, los incrédulos y hasta sus propios seguidores le demandaban explicaciones, le hacían preguntas difíciles, lo ponían en situaciones especiales en las que retaban el conocimiento y la sabiduría de Cristo.

2. El que hace la misión predica con un sentido de mansedumbre y reverencia. ("..Presentar defensa con mansedumbre y reverencia..." )
La verdad se presenta al no-creyente evadiendo el ataque y la soberbia. Quien habla en nombre de Cristo lo hace con el mismo espíritu que le caracterizaba: humildad, devoción, sentido de concordia, guiado por la bondad y el amor.

3. El que hace la misión esta convencido de lo que cree, y más aún, lo vive. ("...razón de la esperanza que hay en vosotros”)
Nadie puede enseñar con eficacia en aquello que no cree ni practica. El evangelio no es una simple filosofía. Ni un credo. Es un modo de vivir. Es la vida misma. Cristo habló de la palabra "Testimonio" relacionada con la misión de enseñar a otros. Se predica no sólo con palabras, sino con el testimonio, con el carácter. No sólo se predica acerca de lo que hemos "oído, visto y creído", sino también lo que hemos vivido y experimentado personalmente. De allí el dicho popular que reza: "Las palabras se las lleva el viento y los hechos perduran para siempre”. Vivir lo que creemos es prepararnos para dar testimonio vivo de nuestra fe. Pablo aconseja “que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo” (Fil.1:27).

4. El que hace la misión no discrimina a nadie ("...Todo aquel que os demande razón...").
En primer lugar, todo ser humano es un hijo de Dios. Nadie debe ser privado de la oportunidad de recibir el mensaje de Cristo. Desde la prostitutas, hasta los criminales, desde un campesino a un terrateniente, desde un hombre de escasos recursos hasta un personaje como "El Joven Rico", todos deben oír razón de nuestra esperanza. Todos son incluidos y forman parte del alcance de la gran comisión. En segundo lugar, la frase "aquel que os demande razón", no solo incluye a quien pide y busca por iniciativa propia el ser evangelizado, incluye también a quienes demandan ayuda indirectamente e ignoran que pueden encontrar una esperanza para sus vidas, la misma esperanza en la cual creemos y por la cual vivimos, por la cual hemos llegado al conocimiento de una vida plena y abundante.

La Gran Comisión: Aplicaciones Prácticas.

En La Gran Encomienda de Jesús dice: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura."(Marcos 16:15). En la leccion hay varias aplicaciones practicas relacionadas con la orden del Maestro: La misión de alcanzar a otros para que se integren su reino de salvación.

A. El que hace la misión no sólo predica a los que no conocen el evangelio, sino que vela por los que ya están en la fe.
Ya hemos visto que Jesus envio a sus discípulos a predicar primeramente entre los judios. Si, la función primaria de la iglesia es testificar, predicar el evangelio. Pero hay una responsabilidad individual de uno hacia con el otro, el permanecer atentos al hermano con quien se convive y comparte, para que no vaya quedándose nadie en el camino. Se necesita balancear adecuadamente "el de concentrarnos más en la preservación propia que en la misión" y viceversa. Preocuparnos también por los que ya están, compartir sobre en quien hemos creído en nuestra propia cuadra, barrio, familia, grupo de amigos y tambien a los desconocidos.

B. El que hace la misión sabe que el poder para convencer y convertir a otros no depende de sí mismo.
"Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho."(Juan 14:26).

C. El que hace la misión no habla sus propias palabaras, sino que habla la doctrina de Cristo.
Cuidado con las heregías encubiertas, las interpretaciones antojadizas, las enseñanzas humanas, las doctrinas erradas. Pedro advierte sobre el llamado "Camino de Balaam", quien intentaba hablar, no la palabra de Dios, sino las palabras de los hombres. (2 Pedro 2: 15). El autor de la lección cita algunas creencias falsas que los enemigos de la verdad han hecho populares : "El tormento eterno en el infierno; la predestinación de algunas personas para ser salvas y otras para perderse; la creencia de que Jesucristo no fue divino sino meramente un gran hombre."(Reinder Bruinsma)

D. El que hace la misión sabe que debe predicar sólo a Cristo, y a Cristo resucitado.
"Todas las grandes verdades de las Escrituras tienen su centro en Cristo; si se las entiende correctamente, todas dirigen a él". (EGW,Review and Herald, 13 de junio, 1912).

Conclusión.
El camino de la vida cristiana es un reto. Se lucha primero contra uno mismo, contra la naturaleza pecaminosa que reside en el cuerpo, contra la tentación de vivir obesionados con el mundo carnal y sus falsos encantos. Se lucha contra potestades y dominios de mal en este mundo. La misma lucha de Cristo, la padecerán sus discipulos: tentaciones, tribulaciones, persecución. El reto es estar convencidos (y esto se logra al permitirle al Espíritu Santo, que sea quien guíe la vida) de que estamos en este mundo, pero no somos de este mundo. Es decir estamos físicamente aquí...viviendo por gracia, sustentados en las promesas de Dios, pero con la mira en las cosas de arriba. Mientras la promesa de redencion final se acerca, el compartir la experiencia cristiana con otros es una misión especial y un privilegio: El bien que hacemos por ese otro a quien llamamos el prójimo, es como si lo hicieramos al propio Cristo. Caminar la vida cristiana es entonces, un reto y un proceso escabroso, pero a la vez hermoso, sublime. Conscientes de que nuestro galardón está muy cerca, de que en ningún otro hay salvacion, sino en ese quien nos ha redimido: el verbo hecho carne, Dios con nosotros. Por él, sólo por él, vivimos, nos movemos y somos y heredaremos la eterna gloria de Dios, que será el llegar a ser perfectos,tal como él es.